Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer
como «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado
posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la
coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida
pública o en la privada.»
Hoy se sabe que el maltrato incrementa una serie de
sintomatología y de cuadros clínicos que
van desde la ansiedad, insomnio o baja autoestima hasta la depresión clínica o el trastorno por
estrés postraumático.
Es un hecho constatado que la frecuencia de depresión en las
mujeres es casi dos veces mayor que en
los hombres y, aunque a menudo se recurre
a diferencias biológicas para explicar este hecho (por ejemplo las
características del ciclo reproductivo de la mujer), lo cierto es que muy
probablemente son las desigualdades de género, y entre ellas la violencia de género, las que más contribuyen a esta
diferencia “no natural”
El maltrato es un factor estresante, y como tal aumentará el
riesgo de aparición de problemas de salud mental en la mujer. Las mujeres
maltratadas pueden presentar cuadros depresivos, trastorno de ansiedad,
trastornos fóbicos, trastorno de estrés postraumático, trastornos disociativos,
trastornos de la conducta alimentaria, abuso de tóxicos.
Las mujeres maltratadas tienen más riesgo de sufrir
trastornos de ansiedad. Si bien, hay algún estudio que halla la misma
prevalencia de trastorno de pánico tanto en las mujeres maltratadas como en las
no maltratadas en los matrimonios con discusiones frecuentes. A veces, estas
mujeres desarrollan fobias secundariamente a la situación de maltrato. La
agorafobia (miedo a salir del domicilio) es una de las fobias más frecuentes en
estos casos.
Las mujeres maltratadas tienden a aislarse socialmente, en
general por miedo al aumento de la violencia. Algunas veces no quieren que sus
allegados tengan conocimiento de la situación de maltrato, tienen miedo a que
les culpen de ello.
La prevalencia de depresión en la mujer maltratada
encontrada en los diferentes estudios varía desde el 15 hasta el 83%. Los
síntomas son indistinguibles a los de depresión de otro tipo: ánimo bajo,
apatía, astenia, hiporexia, anhedonia, insomnio, ideas de muerte y, a veces,
ideas autolíticas.
El uso de psicofármacos, ansiolíticos e hipnóticos, es
frecuente en las mujeres maltratadas. La mayoría de las mujeres los usa como
una forma de paliar los síntomas de ansiedad y TEPT. De la misma manera, otras
mujeres consumen alcohol u otras drogas. La prevalencia del consumo de alcohol
y otros tóxicos difiere según los estudios. Para el alcohol se sitúa entre el 7
y el 45%, y para otras drogas estaría entre el 5 y el 33%.
El riesgo del abuso
de sustancias puede disminuir la capacidad de toma de decisiones para salir de
esa situación.
Esto hace necesario, por una parte, que los profesionales de
la salud aprendan y entiendan que la
violencia doméstica es un problema frecuente en sus consultas y, por otra
parte, que se proporcionen recursos y
formación a estos profesionales, para que puedan abordar
responsablemente este creciente problema.
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